José María Beneyto (AEC): “Queremos ser la voz de la innovación en la sociedad española, los que hagamos inteligible todo lo que suscitan las nuevas tecnologías”

Imagen: Juan Márquez

Son muchas las cuestiones que hacer a una personalidad como José María Beneyto, catedrático de universidad, abogado, consultor, ensayista y escritor que, en el pasado, también fue diputado en el Congreso en la X legislatura y vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria en el Consejo Europeo. No obstante, atiende largo y tendido a COMPUTERWORLD en calidad de presidente de la Asociación Española de Empresas de Consultoría (AEC), cargo que asumió hace escasos meses recogiendo el testigo de la exministra de Economía, Hacienda y Comercio y exvicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado.

Por ello, centramos la conversación en tres ejes centrales. El primero, el informe que acaba de publicar su entidad, La consultoría española, el sector en datos, que pone de relieve que las empresas de la industria superaron los 21.500 millones de euros en ingresos en 2023, lo que supone un crecimiento del 9,7%. La perspectiva para este curso sigue siendo alentadora. El mismo aporta datos referentes al talento y a las nuevas tecnologías. De hecho, un tercio de esta facturación ya corresponde a la esfera de ‘lo digital’.

En segundo lugar, hablamos de las tres principales preocupaciones de las compañías en la actualidad y, por tanto, de los asociados que representa: tecnología, geopolítica y ESG (Gobierno, Social y Medio Ambiente, traducido al español). En estos temas, dice, la consultoría tiene mucho que aportar. Por último, también tiene tiempo para responder a algún ‘palo’ que ha recibido el sector últimamente. Lo hace conociendo profundamente las tesis de esas críticas y de dónde proceden. “Dispara”, bromea instantes antes de comenzar la entrevista.

¿Qué objetivos te marcas en la nueva etapa que se inicia en la AEC bajo tu presidencia?

Somos la asociación de un sector que está en absoluta primera línea. Hablamos de empresas que aportan un enorme valor añadido a la sociedad. De alguna manera, son las que administran la materia gris de este país con ese contacto tan permanente con el tejido productivo y, además, una parte muy relevante del trabajo que hacen tiene que ver con la transformación tecnológica en todas sus dimensiones. Por lo tanto, haber llegado a la presidencia de la AEC supone una enorme satisfacción, con todos los retos que tiene España de adaptación al cambio tan vertiginoso en el cual nos encontramos. A lo largo de varias décadas, la Asociación ha ido cumpliendo toda una serie de hitos; es un organismo muy fuerte, con mucha representatividad y un gran compromiso por parte de sus miembros. Tenemos la ventaja de que no es excesivamente amplia en cuanto al número de empresas asociadas, y recoge sobre todo a las firmas del segmento alto y medio del sector. Pero también hablamos de que ocupa hasta 280.000 profesionales en España, lo cual es muy significativo en su impacto.

Como presidente trataré de construir sobre la base de lo que se ha hecho en los últimos años. En particular, de lo que hizo mi antecesora, la exministra y exvicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado, que ha realizado una extraordinaria labor. Destacamos sobre todo los grandes desafíos del sector. Hay un gran tema que es la necesidad de talento desde el punto de vista de graduados superiores, pero también de formación profesional. Y esto es algo a lo que las empresas del sector contribuyen enormemente a lograr, porque tienen grandes capacidades en formación. Por ejemplo, para la gente que llega de sus titulaciones y construye su carrera. Hay un déficit de talento STEM (Ciencias, Tecnología, Física y Matemáticas, de sus siglas inglesas), y en particular de mujeres. Tenemos, al respecto, varios programas con instituciones educativas, como Mujer e ingeniería, con la Academia de Ingeniería. Desarrollamos vocaciones incluso entre los colegios.

Otra de las primeras cosas que he hecho nada más llegar a la presidencia ha sido reunirme con los CEO de los asociados, escucharles, ver sus preocupaciones y estudiar cuál es el valor añadido que puede dar la AEC a sus intereses y necesidades. También hemos identificado otro reto, como las relaciones con las administraciones públicas. Nos hemos reunido con José Luis Escrivá, ministro de Transformación Digital y de la Función Pública, para escuchar lo que él tiene en la cabeza en función de una serie de áreas como la inteligencia artificial (IA), ciberseguridad, supercomputación… Hemos escuchado también su interés en que la Asociación colabore proponiendo ideas, implementando programas relativos a la estrategia de IA y su ley… De manera que esta colaboración público-privada sea lo más efectiva posible. También hay deficiencias en la contratación pública y debemos ayudar al sector público en los aspectos de mejora de legislación y de la aplicación de normas. Otro tema central en el que los miembros de la AEC cumplen un papel muy relevante es el de la transición digital de las administraciones. Es algo también muy necesario para los ciudadanos.

Por último, queremos ser la voz de la innovación en la sociedad española. Tenemos esa capacidad y podemos representar a las empresas que están implicadas con este cambio. La AEC debe ser quien haga inteligible y comunique todo lo que suscitan las diferentes tecnologías.

Recientemente, has manifestado que el sector de la consultoría es todavía un poco desconocido en el país.

Hay una sensación de que puede ser un sector alejado de las necesidades del ciudadano medio. Muy implicado en las empresas pero lejos, en ocasiones, de los intereses de las personas. Y sin embargo, no es así. Por ejemplo, la transformación digital de la industria sanitaria es una de las grandes áreas de contribución de las consultoras. Y esto tiene una repercusión inmediata en el día a día de la gente. O, por supuesto, todo lo que hacemos en relación a nuestro entorno cotidiano en donde la tecnología está cada vez más presente y es más central. Hay que darse cuenta de que las empresas de la industria no solo hacen consultoría, desarrollos, implementaciones y outsourcing de los procesos tecnológicos, sino que también se preocupan de otras muchas cuestiones relacionadas, como la ética de la IA, de la formación o la sostenibilidad. En este momento, las empresas tienen tres drivers estratégicos: ESG, tecnología y geopolítica. Pues en estas dos primeras, y de una manera particular, las consultoras están muy presentes y concienciadas.

Antes has citado que la AEC representa a buena parte de la industria, pero no a toda. Según datos internos, acoge al 67% de la misma. ¿Otro gran objetivo para esta etapa es crecer en el número de socios? ¿Falta algún jugador importante?

Ese porcentaje ya supone un número muy representativo. Pero, de una manera muy selectiva y sobre una base de consenso de los asociados, entendemos que hay jugadores que pueden integrarse. Hace falta una conversación con ellos. En muchas ocasiones, el hecho de que no esté el 100% responde a razones históricas determinadas.

Lo cierto es que la consultoría goza de una gran salud en España y crece año a año desde hace más de una década. El informe pone de relieve que se superan los 21.500 millones de euros en 2023, lo que supone un crecimiento de un 9,7%. La perspectiva para 2024 sigue siendo buena, superar esa cifra en un 7,7%.

Sí, nos movemos en porcentajes de crecimiento muy importantes, también en cuanto a valores absolutos. En estos momentos, es muy difícil saber lo que va a ocurrir el año que viene, pero se prevé que estemos en esos entornos del 7%. El sector crece y lo hace, en primer lugar, porque la consultoría española es muy buena. Tenemos muy buena formación de ingenieros y, en general, de todas las personas relacionadas. Ahí, de nuevo hay una preocupación por saber cerrar esa brecha que viene de lo acelerada que es la transformación digital. Vamos a necesitar cursos especializados, microcréditos… En todo esto, la AEC puede ayudar. Por otra parte, nuestras empresas son cada vez más internacionales y están siendo buscadas por todo tipo de países, no solo los más próximos en cuanto a geografía, cultura o idioma. Hablo del corazón de Europa, Estados Unidos y las geografías anglosajonas. Todavía hay un margen importante de crecimiento. La competencia es muy sana porque perfecciona todos los procesos. Pensamos que estos ratios de incremento, que en muchas ocasiones han sido puramente orgánicos, se trasladarán a éxito en los servicios que se prestan.

De todos estos ingresos, un tercio ya los copan las nuevas tecnologías. ¿Cómo seguirán aumentando en los próximos años con respecto al total de la facturación? Y, en concreto, ¿qué papel van a jugar la IA y la IA generativa?

La IA generativa ha supuesto un gran bombazo. Pero, como muchos otros hitos, todavía es difícil predecir cuál va a ser su impacto. Lo que está claro es que hay un enorme interés y ganas de testar sus posibilidades. Este tipo de aplicaciones todavía son limitadas y no sabemos exactamente cuál va a ser la transformación que van a traer consigo, pero sí que van a tener efectos muy importantes para la organización del trabajo, las relaciones con los clientes, y los contenidos de los propios servicios. Por otra parte, está la implementación dentro de las propias organizaciones. Desde la AEC, hemos ido creando foros especializados. Queremos traer a expertos, y muchas de nuestras empresas tienen directivos de una enorme reputación internacional que pueden ayudarnos a entender mejor dónde estamos y hacia dónde vamos. De hecho, una de nuestras iniciativas es celebrar el Día de la Consultoría, en el mes de noviembre, para la puesta de largo del sector, de nuevo, ante la sociedad española. Y, uno de los temas centrales va a ser la aplicación de la IA.

Pero hay muchos otros desarrollos tecnológicos que van a tener impacto. Todavía hay errores en la computación cuántica, pero es obvio que este va a ser otro de los grandes temas de gran desarrollo, y hay que anticiparse y estudiar y analizar sus efectos. La ciberseguridad tiene cada vez más importancia, también. El compromiso de la AEC con la innovación es nuclear.

José María Beneyto, AEC

El presidente de la AEC, José María Beneyto, sostiene el informe La consultoría española, el sector en cifras 2023.

Juan Márquez

“El porcentaje de inversión en innovación y formación que hacen las empresas de la industria está muy por encima de la media española”

En último término, y una vez desplegada la IA generativa dentro de las empresas consultoras, ¿va a eliminar puestos de trabajo?

Prevemos que creará otros distintos. Hay que prepararse en qué van a consistir. De la misma manera que Internet y la digitalización supusieron un cambio, como el teletrabajo, la IA va a afectar. Nos va a ayudar, es una herramienta más que hay que saber utilizar. Quizás plantea más problemas porque es muy poderosa y por esa capacidad autogenerativa. En el momento en el que se una a la computación cuántica va a suponer una revolución todavía mayor. Eso implica que nosotros estemos particularmente interesados, y poco a poco, iremos trasladando los resultados de nuestros análisis a la sociedad española.

¿Algún otro dato importante que quieres resaltar sobre el informe?

Sí, el porcentaje de inversión en innovación y formación que hacen las empresas de la industria está muy por encima de la media española. Esto es productividad, porque estos son los dos conductores clave en su generación. Otro aspecto importante es que las consultoras hacen mucha implementación, es decir, están muy implicadas en lo que significa la transformación digital.

Tal y como has mencionado durante la conversación, el despliegue de todas estas tecnologías pasa por la necesidad de profesionales técnicos. ¿No cree que, más allá de la formación necesaria, el talento se ha convertido en una batalla geopolítica? ¿En qué lugar está posicionado España?

Es una pregunta muy importante que aparece en todas las conversaciones con los asociados. Tiene que ver con el posicionamiento internacional del sector. España tiene que aprovechar su buena situación para colocarse en el segmento alto de calidad de la consultoría. Esta competencia mundial por el talento nos tiene que llevar a mantener esos estándares en la formación y, por tanto, los currículums de la distinta oferta tienen que estar en continua evolución. Y eso es un gran desafío, porque necesitamos capacidad de respuesta. Son las propias empresas las que mejor saben lo que les falta, y las consultoras son las intermediarias con el talento. Pero, sí, hay una verdadera batalla global. España tiene que jugar a través de su propia formación interna y, después, como lugar atractivo. Hablamos de una competencia muy estrecha.

Hay una sensación de que puede ser un sector alejado de las necesidades del ciudadano medio […] Pero, hay que darse cuenta de que las empresas de la industria no solo hacen consultoría, desarrollos, implementaciones y ‘outsourcing’ de los procesos tecnológicos, sino que también se preocupan de otras muchas cuestiones relacionadas, como la ética de la IA, de la formación o la sostenibilidad

A nivel general, decías, una de las principales preocupaciones actuales de las compañías es la geopolítica, de la cual, eres experto. ¿Cómo está Europa con respecto a la posición de dependencia tecnológica de Estados Unidos y China?

Este es el gran desafío actual. Estamos en una ‘guerra tecnológica’. Afortunadamente, no es una ‘guerra fría’ como la que tuvo lugar en el pasado entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Los niveles de interconexión que hemos generado debido a la globalización, y aún incluso en este momento en el cual se habla de la vuelta a ciertas políticas industriales nacionales, hacen muy difícil la desconexión respecto a China, que es el gran elefante en todo este debate. Hay una gran dependencia todavía de productos y materiales críticos para la digitalización. Sabemos lo que está ocurriendo desde el punto de vista del intento por parte de Estados Unidos y de Europa por desarrollar de manera autónoma esas capacidades, pero no es fácil, lleva tiempo. Estados Unidos lo está haciendo mejor. En determinadas áreas donde China había conseguido los primeros puestos ha podido recuperar la primacía. En otras, no la había abandonado nunca. No olvidemos que Estados Unidos sigue gastando en defensa tanto como el conjunto de los 10 países que vienen detrás. Y gran parte de la innovación se desarrolla vinculada a este ámbito. Por lo tanto, sí, estamos en un momento muy clave y delicado en el que se está librando esa competencia tecnológica por materiales, productos y todos los elementos de la digitalización.

Aseguras que no catalogarías esta contienda de ‘guerra fría’, pero lo que sí que está habiendo, sobre todo, es una serie de prohibiciones de productos procedentes de China por parte de Estados Unidos. Reitero, ¿qué posiciones debe tomar Europa?

Estamos viendo lo que ha supuesto la reacción de Estados Unidos con respecto a empresas Chinas. Todos tenemos en mente el caso Huawei, que ha tenido eficacia. Desde la perspectiva de Estados Unidos, ha supuesto una apropiación de know how por parte de las compañías asiáticas que, como bien sabemos, en su gran mayoría son organizaciones estatales o semiestatales controladas, en gran medida, por el Estado chino. Por ello, tiene sentido que Europa se haya planteado volver a recuperar y tener su propia capacidad de fabricación. Es un momento complejo en el cual me inclino más por los elementos positivos que por los negativos. Por la colaboración, interrelación e interconexión. Soy partidario de que, en la medida de lo posible, sigamos colaborando con China. Por una parte está claro que nuestro principal aliado y el que garantiza nuestra seguridad es Estados Unidos. Allí pueden pasar muchas cosas en los próximos meses, sobre todo si Donald Trump gana las elecciones presidenciales. Habría que ver sus políticas. Por otra parte, y sin ninguna duda, Europa tiene que desarrollar su propia capacidad de fabricación, de defensa y de autonomía estratégica con la ayuda de Estados Unidos.

La industria de la consultoría ha recibido críticas últimamente. En su reciente ensayo El gran engaño, la economista italiana Mariana Mazzucato afirma textualmente que “Las consultoras saben menos de lo que dicen, cuestan más de lo que parece y, a largo plazo, atrofian al cliente e impiden que desarrollen sus capacidades internas”.

He leído el libro de Mariana, a la que, además, conozco personalmente porque hemos pasado bastante tiempo por las universidades norteamericanas. Es un libro que busca ventas y polémica. Hay un aspecto que ella apunta que, quizás, es el central de su crítica y que no es aplicable al caso español. Es el tema de las empresas estratégicas que hacen o que han hecho consultoría para los gobiernos. Esto ha sido bastante frecuente en determinados países como los anglosajones o Alemania. También ha habido países en los que, por cierta comodidad, han recurrido a una consultora como opción fácil para la toma de decisiones. Ha llegado un momento en el cual el sector es tan relevante y está tan introducido que en ocasiones se produce una delegación de responsabilidades en favor de este. No obstante, creo que, como toda polémica, es necesaria la matización. Lo que dice Mariana no afecta a nuestros representados ni a la situación española. Las consultoras, en su estricta labor, son un instrumento verdaderamente útil de información. Un buen informe y una buena intervención son vitales. Lo que realmente indica Mariana es esa influencia que tiene la consultoría. Subraya su éxito.

En los últimos años también ha aparecido otro debate interesante sobre hasta qué punto tiene que implicarse la consultoría en la aplicación de medidas. Aquí tiene que haber un equilibrio entre los órganos administrativos. Hay que separar las funciones; el consejo tiene que supervisar, los ejecutivos son los que tienen que tomar las decisiones, y la aplicación de las sugerencias que hacen las consultoras deben ser supervisadas por los órganos pertinentes. The Economist apuntaba algo que también recoge Mariana en su ensayo: que esas funciones han de estar bien delimitadas.

Aterrizando la tesis de Mazzucato al ejemplo español, Emilio García, exdirector de gabinete de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, escribe, en el diario económico Cinco Días, que las consultoras españolas también se benefician de las decisiones de las administraciones y, en concreto, de las privatizaciones de elementos públicos según de partido que gobierne. Asegura que durante los años de José María Aznar, entre 1996 y 2005, los ingresos de la industria se dispararon en un 515%. Y, entre 2004 y 2011, con José Luis Rodríguez Zapatero, estos se moderaron a un 61,2%.

Las empresas de consultoría son apolíticas, no tienen ninguna ideología y no trabajan mejor con unos gobiernos que con otros. Esto sería desenfocar mucho el tema. En la época de Aznar hubo mucho más trabajo porque hubo muchas más privatizaciones. Pero, no olvidemos que esas privatizaciones se iniciaron anteriormente, se aceleraron durante estas dos legislaturas y continuaron, en menor medida, durante la época de Zapatero. ¿Esas privatizaciones beneficiaron al sector de la consultoría? Yo diría que lo hicieron para el conjunto de la sociedad española. Se redujo el déficit público al 37%, se generaron recursos y el sector público empresarial se hizo mucho más eficiente. También surgieron nuevas empresas y puestos de trabajo, al calor de la apertura de nuevos mercados, empezando por las telecomunicaciones, porque hasta ese momento solo teníamos a Telefónica. Si lo miras con perspectiva, gracias a las privatizaciones, estos últimos son los 30 años con más aceleración en el crecimiento y presencia internacional de nuestras organizaciones en la historia de España. Por lo tanto, entrar en el debate de que si las consultoras se beneficiaron… Bueno, lo han hecho todos los ciudadanos españoles.

José María Beneyto, AEC

Juan Márquez

“Las empresas de consultoría son apolíticas, no tienen ninguna ideología y no trabajan mejor con unos gobiernos que con otros”

Lo que es innegable es que los dos últimos dirigentes de la AEC, tanto tú como Elena Salgado, habéis hecho trayectoria política en España. ¿Ayuda, por otra parte, tener este bagaje a la hora de interactuar con la Administración?

Elena fue vicepresidenta con el PSOE y yo he sido diputado y vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria en el Consejo de Europa con el PP. Esto demuestra que la AEC es apolítica de una manera transversal. Lo primero que hice al llegar al cargo fue reunirme con Elena, a la que ya conozco desde hace años. Somos neutrales y trabajamos con todos los gobiernos. Sobre si es beneficioso que alguien de la política ocupe estos cargos, yo no me considero un profesional de la política, sino del mundo de la abogacía, la universidad y la consultoría. Eso sí, tengo una experiencia pública que me parece muy útil para una patronal que tiene que defender los intereses de la industria y que tiene que tener una interlocución con el sector público. En la medida en que el presidente de esa asociación conozca mejor cómo funciona el Estado, las administraciones internacionales y la Unión Europea, más beneficio podrá obtener para los intereses de los socios y para la contribución que la AEC puede hacer a la sociedad. Entender la mentalidad y los problemas de las administraciones es algo verdaderamente útil.

En este sentido, ¿cómo fue la reunión con Escrivá a la que te referías anteriormente?

Nos pidió que le echáramos una mano a divulgar la estrategia de IA. Y expuso las propias dificultades de la Administración en relación con la Ley de Contratación Pública. Hay aspectos en donde el sector privado, y en particular la AEC, puede contribuir. Primero, mostrando donde hay dificultades, para luego resolverlas. También hay un tema de difusión. Hay países de enorme productividad en donde la colaboración público-privada es muy habitual. Suiza, por ejemplo. Allí no se ve como algo negativo tener una colaboración muy estrecha a la hora de llevar a cabo una estrategia de IA.

Por último, hemos hablado de las principales preocupaciones de las empresas, geopolítica y tecnología. Pero falta ESG.

Gobierno, Social y Environment (Medio ambiente). Esta una gran parte de la tarea que realizan las consultoras y es, por supuesto, una de las preocupaciones estratégicas de las empresas en estos momentos. Yo pondría el acento en las tres. Cada una de ellas se ha desarrollado de una manera distinta. Inicialmente fue el Gobierno, y ahora nos damos cuenta de que esa ‘G’ lo engloba todo; los propósitos y el largo plazo. Hemos avanzado enormemente en los últimos años en la idea de que hay una responsabilidad respecto a los stakeholders; a todos los grupos de interés de alrededor, empezando por los propios trabajadores, clientes, proveedores… Estamos en un proceso de aplicación de la nueva regulación en relación con derechos humanos y empresa, a partir del 2025 en Europa y hemos experimentado un gran desarrollo. Luego vino la huella medioambiental y la sostenibilidad como otro gran eje. La ‘E’ ha sido la gran manera de entrar en un cambio de conciencia respecto a cuál es la responsabilidad de la compañía con su entorno. Y, la ‘S’ fue un elemento fundamental durante la pandemia. Se entendió claramente que hay una preocupación por la salud, en el sentido más amplio, de los trabajadores. Yo añadiría, como he dicho, los temas geopolíticos y los tecnológicos. Con esto tenemos gran parte de la estrategia de cualquier empresa.

Source: Computerworld.es